En un intento de reflexión propedéutica me permito abordar y presentar la obra de Juan Pablo Bascur mediante los conceptos latinos: Hyster y Ad Ephesios. Estos, de ser aceptada su postulación, han de ser expandidos en un texto mayormente explicativo. Por ahora paso a describir sobre los posibles misterios que hay en ellos.
Hyster.
Hay una duda que en su condición de arquitecto siempre ha atormentado a Juan Pablo Bascur; es la siguiente: Cuando se cruza un portal ¿se egresa desde un interior o se ingresa a un exterior?
Esa pregunta ha suscitado graves debates en el terreno de lo contemporáneo, no sólo desde el punto de vista sociológico, biológico o incluso ecológico, sino sobre todo en la discusión sobre cuando comienza: el sujeto primero y la persona después. Los humanos pasamos varios meses en el útero materno siendo “uno” con él y con la madre. Luego, en el momento adecuado, debemos salir a la luz e ingresar al mundo. Pero el mundo no está sólo iluminado, se nos presenta también tenebroso, bello y armonioso a la vez que atormentado y retorcido. Además, se nos presenta “prepicado”, como aquella hoja de croquis que presume de inocencia en la línea de su recorte. Por otra parte, con el paso del tiempo la vida uterina pareciera ser olvidada, pero sin embargo persiste en el afán de buscar un comienzo y un origen. Persiste además como truco de la manipulación histérica, es decir del hyster (útero en latín) que desea prolongarse en el curso de la vida en él producida y acogida. Así las cosas, no es fácil distinguir cuándo hemos terminado de salir de su confort insignificado, e ingresado al mundo de los significados que devienen indeterminados.
Ad Ephesios.
Algunas personas, sobre todo ciertas suegras, opinan que la obra de J Pablo Bascur consiste en una colección de adefesios. Pocas suegras saben que el término “adefesio” viene de la expresión, también griega: “Ad Ephesios” que refiere las cartas que Pablo de Tarso enviaba a los ciudadanos de Éfeso narrando las penurias que debió soportar en dicha ciudad.
Así, sin querer, dichas suegras delimitan o pronostican la entrada de J. Pablo Bascur a la urbanidad penquista y a la urbanidad de la vida en general.
Pero la urbe de Juan Pablo de Concepción no es tan sólo la hecha de calles, planos reguladores y viviendas desreguladas, es también, y, sobre todo, el plano regulador de su vida vivida en las artes visuales, de la cual, y de nuevo, no sabe a ciencia cierta si es que ingresa para someterse a sus reglas o desbordarlas apenas se dé la oportunidad de hacerlo.
Cada pintura de Bascur es una carta, ya no a los hermanos de Éfeso, los efesios, sino a cada uno de nosotros como intento de ingreso deconstructivo a lo que ya estaba en apariencia concluido. En verdad que cada adefesio de Juan Pablo se constituye la huella de un afecto desafectado, de un útero abandonado que deviene útero múltiple, plural y desde limitado. Ese es su sino. Ahí su obra.
Edgardo Neira (Artes Plásticas, Profesor Emérito Universidad de Concepción)
Emociones Finales (Universidad Católica de la Santísima Concepción)