Susana Stanig – Casi sólo reflejo

Oleo sobre tela, 35 x 120 cm
2020

¿Y por qué sillas?

¿Qué podemos entender a través de un objeto, de cualquier objeto, una silla por ejemplo? En principio está la forma, es preciso comprenderla, también su relación con el espacio, con la sombra y los reflejos, con la luz y los colores que aparecen.

¿Qué ocurre cuando una silla está en desequilibrio, situada de un modo no convencional? No podemos sentarnos en ella, no cumple la función para la cual ha sido creada. ¿Para qué sirve una silla en ese caso?

¿Y si son varias las sillas, si hay un banco también? ¿Y si fuera posible cambiar los puntos de vista, multiplicar las miradas, incorporar reflejos y mezclarlos con el plano de lo real? ¿Y si construyo escenarios desde la ambigüedad? ¿Qué podemos entender de esa fusión de colores, tamaños y formas que siguen siendo sillas pero también han dejado de serlo?

Primero surgió en mí la conciencia de pintar las sillas. Para entenderlas debía convertirlas en pintura. Después, mucho después, al observarlas descubrí que de algún modo esa pintura es también un espejo que ha sido colocado ante mi inexorablemente, acaso sin saberlo, sin haberlo pedido. Un espejo que me muestra el mundo tal como lo veo y que me muestra a mi misma, cargada de perplejidad y asombro ante esa imagen que aparece.

A veces, si somos afortunados, las sillas transmutadas se vuelven una manifestación plástica, capaz de revelar sutilmente alguna porción profunda, desconocida de nuestra propia naturaleza y del modo en que concebimos lo que nos rodea.

Y solo eran sillas.

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Oleo sobre tela, 35 x 120 cm
2020

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