
“Situada en este punto de un universo lejano, soy quien soy y hago lo que hago para que el universal equilibro del que soy parte no pierda su equilibrio” Antonio Porchia
Los artistas lo amamos y comprendemos, porque también podemos transitar espacios internos y hacerlos visibles. A esto se les dio varios nombres. Sin embargo es un profundo sentido de misión desde una elección libre de como vivir la propia vida.
El artista jamás se pregunta “¿Porqué lo hago? Simplemente lo hace. Me siento feliz cuando trabajo. Mis niveles de exigencia son cada vez más altos. Esto es mi disciplina.
Me sustenta la certeza de entregar Amor en cada obra y que ellas sigan su camino comunicándolo. Cambio de tema cuando cambia mi sentido de visión, de percepción, según mi mandato interno. Con ello cambian mi paleta, mis técnicas y mis espacios e investigaciones pictóricas, renovándolas, diciéndome que aprendo algo inédito pero que también lleva mi esencia. Para mí, aprender es crecer. Acepto pocas sugerencias, especialmente aquellas que quisieran ponerme en un nicho cómodo y previsible. Aún así, escucho todo. Todos somos perfectibles y jamás perfectos.
Pinto con mis propias alas, y para poder seguir agradecida con la vida.
Serie PAJAROS Y FLORES SALVAJES
Serie KIMONOS Y AMOR VEGETAL
Mi lenguaje plástico no es un salto al vacío sino hacia el interior de mi “YO SOY”. Es la parte superior del ser humano el que combate nuestros egos permanentemente. Cuando me instalo frente a la tela u otro medio vacío, trato de dar lo mejor de mí. No solo técnicamente sino de transmitir un mensaje secreto para quien puede captarlo de algún modo.
El arte tiene dos términos: el artista y el espectador. Si no se cumple, sería por un factor egoísta que desvaloriza la acción misma de crear. En este momento de un mundo convulsionado y casi carente de sus principales valores, donde muchos no respetan ni al propio planeta y a sus criaturas ni reconocen a sus congéneres; decidí dejar la representación de la figura humana (lo cual me apasiona), para refugiarme en una postura Zen, basándome en la filosofía japonesa, por su elevada percepción de la naturaleza. Como resultado aparecieron estas dos series: “KIMONO” y “AMOR VEGETAL”.
En la primera me basé en la prenda atemporal y eterna, cómoda y elegantísima que pasó de la corte imperial a la usanza popular y campesina, variando sus telas en cada caso. Sus diseños exquisitos nos hablan no sólo de comodidad y elegancia sino de la reverencia y consubstanciación con la naturaleza y su interrelación con ella. Sus cambios (estaciones), eventos y festejos que involucra cada una de ellas, conllevan una simbología profunda de significado espiritual sobre el sentido de la vida misma.
La segunda se basa en la interrelación de los amores del reino vegetal en la foresta oculta. Cómo conviven, se apoyan, se buscan, se toleran y se acoplan en otros para enriquecerse mutuamente.
Cada uno es para disfrutarlo pues brindan una visión Zen de paz y armonía. Especialmente para quienes aman meditar, hacer yoga, reiky y para los que gusten intentarlo, simplemente escuchando lo que les cuenta cualquiera de estos cuadros cuando lo vean cada día al despertarse…
KIMONOS
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Ana María Ríos – Amor eterno
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Ana María Ríos – Ventolera en el paseo del puerto – Tokio
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Ana María Ríos – Ike
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Ana María Ríos – Presentación de elementos
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Ana María Ríos – Derecho a volar – VENDIDAOBRA VENDIDA
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Ana María Ríos – Una vez al año – VENDIDAOBRA VENDIDA
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Ana María Ríos – Primogénito
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Ana María Ríos – Misterio
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Ana María Ríos – Hermanas – VENDIDAOBRA VENDIDA