
¿Mi lenguaje? El lenguaje.
Mi deseo es contar una historia. La mía o la del otro. La que tenga que ser es la que quiero contar. Conectar. Depende de la historia, de mí, del otro.
Capa a capa la obra se va construyendo. No hay un plan inicial, solo un concepto, una búsqueda, una imagen, una forma. El azar, el accidente. Un texto como cimiento. No sé como sigue. Es el desafío. Entre cada capa pensar, sentir, experimentar. Y hacer.
El gesto de la escritura está siempre presente. Asémica o con contenido semántico. A la vista o escondida debajo de la imagen, camuflada. Un trazo simple, un grafismo, una frase. Vengo de la palabra, de la redacción. Es arte, la misma esencia, solo cambia el lenguaje. “Poesía muda o pintura ciega…”. Esto ya se dijo, o se escribió. Y es un credo para mí. La poesía visual acomoda todo mi trabajo. Hasta el título tiene peso, importa. Es otra capa de significado.
En lo cotidiano encuentro los mejores disparadores. Las ideas y la motivación surgen en una caminata, de una lectura o de una charla, de lo que escuché o me contaron, de la historia que me regalan o de esa historia que está germinado. Del simple transcurrir. Intento estar siempre atenta. Una textura, una luz, una palabra, son suficientes para poner a andar esa pulsión que le pone alma y vida al acto creativo. La obra se deja entramar como en un tejido fértil. Y desde esa fertilidad cuento una historia. En algún lenguaje.
Serie LIBROTECAS
¿De qué van mis “Librotecas”? Esta serie es la expresión de mi vínculo con la palabra, con el lenguaje, con la lectura, con el escritor y el lector… Mi homenaje al libro y todo lo que representa.
Salgo de casa para ir hasta el río, o para tomar un tren, o planeo unos días de descanso… ¿qué llevo? Un libro. ¿Cuál? Es la misión, elegir cual llevar. Tal vez dos. El libro no puede faltar.
Me han acompañado toda mi vida. Con mi libro no me siento sola. Ni aburrida. Momentos de mi vida están anclados al libro que estaba leyendo.
Construí mis librotecas. Únicas. Las mías. Como un segundo hogar para quien lee, dicen. ¿Será? Guardan la memoria del pasado y del presente. ¿Guardarán la del futuro también? Lo creo posible.
Librotecas. Espacios donde los libros viven y reinan. Donde también encuentran su lugar grabados fallidos, papeles inconclusos, libros viejos, rotos o que ya nadie va a leer, papeles para collage aún sin destino… Todos florecen en mis Librotecas.
Mis libros. Llenos de anotaciones. Subrayar un párrafo, anotar una pregunta, señalar una cita, poner signos de exclamación donde algo me parece brillante o destacable. Dialogo con el libro, ¡sí! Es que tienen vida.
Y hay algo que ocurre mientras yo leo.
Cerca del final me apuro, pero ¿para qué? Cuando se acaba lo extraño. Quisiera volver y muchas veces lo hago… Hasta años después. O sea en el futuro.
“Siempre imaginé el paraíso como una especie de biblioteca.” J. L. Borges
Serie CALIGRAFIA
Un Proyecto de poesía visual
“Kalós” en griego quiere decir belleza.
No es necesario que la caligrafía signifique algo, es bella. Suficiente. No dice nada. No es huella de nada, no hay ausencia. Solo presencia. Tampoco símbolo. Es bella. Es poesía.
Poesía Visual. Casi un oxímoron. Como escritura ilegible. Visualidad y literatura parecen ser incompatibles. La imagen incorpora a la escritura, ¿o es al revés? Imagen que excede la escritura.
La poesía no se reduce al verso. Es como la arcilla que se modela. Como arrojar una palabra al lienzo. Es palabra objeto. La visualidad le va.
A pesar de la resistencia, ella se ha abierto paso. Y no es novedad. Manos pintadas en una cueva califican para esta expresión del arte.
Un poema no es muy distinto de un dibujo, un collage, una canción. Imagen y palabra pueden ser equivalentes. Lo son.
Los criterios, límites, categorías, calificaciones, etc., solo complican y obstaculizan el acto creativo.
Me dejo ser, crear, pintar, escribir. Hago poesía.
“No importa lo que pasa en la hoja de papel, lo importante es lo que pasa dentro nuestro…” – Mirtha Dermisache