El paisaje es mi horizonte. Naci junto al río, y con esos cielos amplios y horizontes bajos se relacionan los mejores recuerdos de mi infancia y mi adolescencia.
Mis obras tienen pocos elementos, cielos sin bordes ni límites, con nubes más grandes o más pequeñas, que tienen que ver con un estado del alma, con la libertad, con cierta melancolía. Parto de apuntes que recompongo en el taller, siguiendo mi necesidad espiritual pero respetando siempre la individualidad del paisaje observado, diferenciando las especies de los árboles y la topografía del terreno.
Lejos de la copia fotográfica, busco crear un clima, un sentimiento y lo hago a partir de pequeños detalles, del reflejo del cielo en el agua, una tonalidad, una luz que envuelve la obra.-
Por otra parte, mis enigmáticas e imperturbables figuras femeninas aparecen inmersas en espacios abstractos y sumidas en hondas cavilaciones, como al acecho de escurridizos pensamientos.
Las naturalezas muertas buscan responder a una fuerza en pugna que reclama manifestarse. Busco la coexistencia de objetos representados con un marcado ascetismo y una rigurosa delimitación de los contornos con la presencia de frutos antropomórficos, en particular membrillos y peras que a través de ambiguas configuraciones, hendiduras y oquedades, insinúan un erotismo latente.