Agut, Gisela

Hacer visible lo invisible

Me gusta pensar que todos estamos llamados a crecer, que todos podemos pararnos sobre nuestros pies y mirar las estrellas. Unir a través de los sentidos, las ideas, la energía y los sentimientos… encontrar la coherencia.

En mi obra trato de expresar otros aspectos de lo que somos, cuerpo mente alma, buscar un sentido espiritual a esta experiencia terrenal, la esencia de la vida.

¿Y cómo juego ese juego?  Dando piedra libre a las herramientas plásticas, sin dejar de pensar, analizar, investigar… pero a la vez llevándome por la intuición, la necesidad intrínseca del hacer, la pulsión energética, para tal vez descubrir al final cuales eran las reglas.

Muchas veces no sé por que lo hago, ni a donde me dirijo; siento… hago… Otras es como una masa que va leudando, sumando, hasta que todo toma forma y es necesario llevarlo a la acción. Me gusta hacerlo, me conecta con mi Ser individual e íntimo y con mundos más sutiles.

En tiempos confusos, difíciles, sin negar estas realidades, quisiera trasmitir una mirada positiva, constructiva, enriquecedora, que dé serenidad y bienestar. Encontrar otros valores, que también nos regala la vida, tal vez en pequeños y rutinarios actos cotidianos, reconociendo la magia, la energía positiva, el cariño, la trasmisión de nobles sentimientos.

Yo quisiera que mi arte sea como el aire fresco, que renueve, revitalice, de paz, calma y alegría, y a la vez invite a la introspección.

Serie VIBRACIONES COTIDIANAS

Todo empezó tomando un mate cargadito de menta y cedrón, como todas las mañanas. ¡Hay tanta magia en los detalles que la vida constantemente nos ofrece! El perfume del jazmín florecido en la parada del colectivo, el viento en la cara, una sonrisa amable, el canto de los pájaros, el sabor de una cena calentita… Es fácil dejar pasar por alto las pequeñas rutinas, los actos mecánicos que llenan nuestras jornadas. Sin embargo, en estos gestos aparentemente simples y habituales, reside una profunda riqueza, nos dan sustento y razón de ser a nuestra existencia, aunque rara vez les demos el reconocimiento que merecen. En la vida cotidiana nos vamos construyendo, somos hacedores y a la vez reflejo de este mecanismo, es como un espejo que muestra quiénes somos y lo que valoramos. Es como tener las llaves en las manos para abrirnos a sentir y vivir esos momentos especiales que nos ofrecen y así nutrir nuestra alma. A medida que me adentro en mi propia cotidianidad, encuentro en ella una fuente inagotable de inspiración y significado. Cada gesto, cada pequeño acto, se convierte en una pieza del rompecabezas que da forma a mi vida.

Serie EN POSITIVO

La belleza cercana. Desde este tiempo difícil que estamos viviendo, donde las energías, las ideas, las perspectivas, la vida misma se confunden en una visión negativa, necesitamos y queremos a través de nuestro arte presentar una mirada positiva, optimista y alegre. Sin negar la realidad, viendo otras verdades, buscamos y encontramos otros valores que nos regala la vida. La mirada de un ser querido, un apretón de manos, una vuelta en bicicleta, la ropa tendida al sol, las formas de las nubes, el sonido silencioso de la naturaleza o el bullicio de la ciudad. El encontrarse con uno mismo, el poder aprender quien soy… en fin, saber ver más allá de los límites de nuestra vista.”

Este texto surge del trabajo de una muestra grupal con las artistas Valeria Renard y Soledad González del Cerro y la curaduria de Silvana López Marelli

Serie DORADA

Animarse a verse frontal para poder encontrarse íntimamente. Enfrentarse al espejo de nuestro interior muchas veces necesita la valentía de la frontalidad. A veces podemos y a veces miramos de reojo. No es fácil reconocer quién soy y dónde estoy, ver mi luz y mi oscuridad; nos puede causar miedo, dolor, nos puede intimidar como también asombrar. Pero es un desafío a nuestro crecimiento, ser capaz de poder mirarse uno mismo, sin disfraces. Encontrarse y encontrar el empuje para renovar, renacer, buscar la iluminación dorada del bienestar y la felicidad interna.

Trabajé con el Dorado como símbolo de los grandes ideales, la sabiduría y los conocimientos, la luz espiritual, la vida y el renacimiento. Utilicé el Turquesa ya que está vinculado con la calma, la serenidad, la claridad mental, el equilibrio y la estabilidad emocional. Mientras que El Naranja sugiere aspiraciones energéticas, un poderoso sentimiento de identidad y una saludable fuerza personal. Otro color importante en mi paleta de colores es el Rojo, símbolo de vida para los alquimistas, del proceso hacia la consecución de la “gran obra” y la elección de articularse y vivir de manera sagrada. El blanco y las líneas de la figura humana, para hablar de los cuerpos más sutiles que tenemos, del alma, la esencia y la pureza. Con estos elementos simbólicos quise expresar la necesidad que tiene el ser humano de crecer espiritualmente para la verdadera evolución.